Marcelo Martins Moreno es el jugador de fútbol boliviano más conocido en el mundo, y no sólo eso, también es el jugador más caro en la historia de nuestro país, goleador de la Copa Libertadores con Cruzeiro en Brasil, campeón de la Europa League con el Shakhtar Donetsk de Ucrania y paseó su fútbol en la Premier League, la Bundesliga y ahora la Súper Liga China, que muestran algo de lo que es su trayectoria como futbolista.
Marcelo recuerda que llegar a donde está fue una tarea difícil, y que tuvo que pasar muchas cosas: “Cuando salí del país, las cosas se fueron abriendo para mi carrera, pero no fue fácil. Al principio me costó mucho. Yo me fui como profesional, pero en Brasil me hicieron volver a inferiores porque decían que me faltaban varias cosas. Tuve que trabajar mucho más que el resto y tragarme muchas cosas para que me respeten como futbolista profesional”.
Es que el pequeño Martins aprendió a hablar en portugués y a escribir en español, y su infancia y adolescencia estuvieron llenas de cambios acompañando a su padre, un ex futbolista brasileño, hasta que se establecieron en Santa Cruz de la Sierra, la tierra de su madre, y ahí logró debutar como futbolista profesional en Oriente Petrolero, su primer club. Trabajaba en el estadio, vendía sus cosas para poder llegar a cumplir su meta de ser futbolista profesional.
En 2003, cuando le llegó la chance en el Refinero, Martins se destacó cuando le tocó jugar, pero jugaba poco con sólo 15 años, y su papá comenzaba a buscar nuevos horizontes para él. Un año después, se fue a Brasil para cambiar su destino definitivamente: el Vitoria de Bahía lo recibió y desde ese momento cambió su vida. A pesar de las dificultades que cuenta a la Revista CÁBALA, le llegaron las oportunidades. Logró su primer título profesional en el Torneo Bahiano y lo convocaron para un torneo amistoso en Tokio, para jugar por la selección Sub-20 de Brasil. Hizo cuatro goles con la histórica nueve Verde-Amarelha, esa que lució su ídolo, Ronaldo, y con la que convenció a su cuerpo técnico; pero la decisión estaba en él, debía elegir entre Bolivia y Brasil antes de superar los 20 años.
“Fue muy difícil. Cuando estuve con la selección de Brasil, era un orgullo para mi papá, y yo, como boliviano, también estaba orgulloso de representar a Bolivia en una de las selecciones más importantes del mundo, porque era el único extranjero en un equipo de brasileños, pero se me vino la oportunidad principal en Bolivia y asumí el reto. Estoy muy feliz por haber tomado esa decisión, quiero ser un líder dentro y fuera de la cancha, y me gusta haberme convertido en un referente. Quiero seguir aportando para buscar el sueño”.
El sueño del que habla Marcelo, es jugar un Mundial con Bolivia; es su objetivo como futbolista profesional –cuando Bolivia jugó el Mundial de Estados Unidos en 1994, él tenía apenas siete años, y quiere vivir esa experiencia en carne propia–, y aunque sabe que es difícil, nadie le puede quitar el derecho a soñar, más aún si se trata de un protagonista principal para luchar por ese reto.
Pero con las diferencias y los problemas del fútbol boliviano, ¿cómo podemos lograr ese sueño? Le preguntamos a Marcelo, y respondió: “Lamentablemente luchamos con mucha desventaja económica en comparación con las otras selecciones y recién ahora noto que el país se da cuenta de que es necesario invertir para soñar. Hay que invertir en las inferiores, en canchas y en muchas condiciones que se necesitan, desde la alimentación de los chicos. Nosotros queremos, con el ejemplo, ser lo más profesionales posible para que ellos vengan con otra mentalidad”.
Y en lo futbolístico, ¿cómo aporta para poder acortar esa brecha en el corto plazo? “Tenemos que lograr que todos los jugadores estén comprometidos con ese objetivo, jugando o no jugando, todos debemos hacerlo. Tenemos que buscar una identidad de juego y es lo que nos inculca Guillermo (Hoyos). Debemos jugar de igual manera en La Paz y afuera, y ganarnos el respeto de todos en todas las canchas. Mi sueño a corto plazo es quedar como el máximo goleador de la Selección y aportar para que se avance en ese otro sueño grande que tenemos varios”.
La Selección y Marcelo tienen un capítulo aparte, que además es reciente: su renuncia pública a La Verde por sus diferencias con Julio César Baldivieso, que ha sido –en palabras del mismo delantero– el momento más duro y difícil de su carrera. “No poder jugar en la Selección fue muy difícil para mí. Yo sabía lo que se estaba jugando, pero era necesario porque no compartía las ideas del entrenador y lo más sano era dejar que él siga su trabajo, porque si veníamos sin estar de acuerdo con su trabajo, ahí sí hubiéramos tenido mala fe, y no es lo que queríamos. Nosotros dejamos que el tiempo muestre el trabajo que él estaba haciendo”.
Aunque en la Selección también ha vivido momentos inolvidables. En la tarde del 11 de noviembre de 2011, en el estadio Monumental de Nuñez, anotó el gol del empate a uno con Argentina, y es el gol que mejores recuerdos le trae vistiendo la camiseta nueve de Bolivia. “Me marcó mucho. Hasta el día de hoy, mucha gente en los aeropuertos me lo recuerda. En general, me ha ido muy bien contra la Argentina y espero seguir así, no sólo contra ellos, sino con todas las selecciones que enfrentemos”.
Y si hay algo que sobra en la carrera del Flecheiro, como lo bautizaron en Brasil por su particular festejo, son goles. Sumando los de sus clubes en todo el mundo y los de la Selección, sobrepasa con facilidad los 120; y son esos momentos, esas fracciones de segundo, que lo marcan como futbolista. No duda en recordar aquella tijera vistiendo la dieciocho del Cruzeiro ante Fluminense, porque es hincha de aquel club, con el que fue el mejor jugador del Brasileirao, y lo terminó festejando por una semana, porque se había terminado el torneo.
Luego vino el desafío de jugar a un nuevo continente. Todo un reto, pero la oferta económica era imposible de rechazar. Aun sin tener hijos, no le fue difícil decirle que sí a la Súper Liga China: “Valió la pena porque fue importante apostar a futuro con mi esposa, y me alegro de que haya resultado todo. Está creciendo mucho la Liga allá y no me arrepiento, soy feliz”, contó. Sin embargo, un “trotamundo” que jugó en dos de las principales ligas del mundo recuerda que la Premier League y la Bundesliga fueron un paso inolvidable en su carrera, pero piensa que quizá hubiera aprovechado más con la madurez de hoy: “La liga alemana y la Premier son muy buenas y muy competitivas. Salí a Europa muy joven, quizás no estaba preparado para estar allá, pero intenté aprovechar al máximo esas experiencias inolvidables que me dio la vida”.
Entre sus planes a corto plazo, están salvar la categoría con el Changchun Yatai, su actual club en la China, y culminar su contrato en diciembre; luego, esperará ver las ofertas que le lleguen. Ya le pidieron que se quede en Asia, pero las puertas están abiertas a todo, incluso a volver en algún momento a jugar en Bolivia, donde sólo pasó un año de su carrera profesional.
A Marcelo le gusta disfrutar el presente. “Uno nunca sabe qué es lo que puede pasar en la carrera de un futbolista. No sé qué puede pasar con mi cuerpo, pero yo espero siempre trabajar. ¿Volver? ¿Por qué no? Si hay alguna oportunidad, volveré a Bolivia en su momento, pero lo que quiero ahora es pasar unas buenas vacaciones en el país. A mi esposa (brasileña) le gusta mucho todo lo que se ve: el Salar, el Lago… y yo no conozco nada tampoco, así que esperamos poder concretar un buen viaje y descansar en este lado del país, que es hermoso. Luego veremos sobre el futuro”.
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hola
Sisisiisisis