La final de la Champions League es el segundo suceso futbolero del planeta, sólo superado por una final de la Copa del Mundo. Y como tal genera una expectativa mediática y mundial que hizo ver a Cardiff como una pequeña ciudad que no estaba lista para el desafío.
Pero poco importa el entorno cuando de fútbol se habla, y Cardiff con un estadio techado –por primera vez se jugó una final de Champions en un escenario cerrado- por seguridad, disponía un duelo: Cristiano, goleador letal, contra Buffon, leyenda viviente del arco.
No hubo equivalencias, CR7 impuso jerarquía, anotó dos de los cuatro goles de su equipo, a pesar de que vimos la media chilena de Mario Mandžukić, quizás el mejor gol de una final de Champions -¿supera a la volea de Zidane en 2002?- pero no alcanzó a la Juve. Incluso bajo los tres palos, Keylor Navas sacó una pelota imposible, y Buffon, tuvo que ir a buscar la pelota a sus redes en cuatro ocasiones. Ronaldo y todo su medio campo con Modric, Casemiro, Kross e Isco, destrozaron la fortaleza con la que la Vecchia Signora se posicionó como finalista.
Real Madrid hizo historia, sumó su décimo segunda orejona con un sólido 4-1, pero no sólo eso, se convirtió en el primer equipo en ganar la Champions League por segunda vez de manera consecutiva. Y cumplieron con una de las estrofas más populares de la capital española fueron de Madrid al cielo en 90 minutos para cerrar la mejor temporada de la Casa Blanca en los últimos años.