MATÍAS DITURO El crack que apostó por Bolivia

December 20, 2017

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Hace poco menos de cuatro años, Matías Dituro se vio cara a cara con una decisión que, a la larga, terminaría cambiándole la vida. Era el arquero titular de Guillermo Brown, de Puerto Madryn, en el torneo Argentino A de su país natal, y le esperaba un semestre lleno de desafíos. Pero tenía ganas de “cambiar de aire”. Mientras tanto, una oferta llegaba a la mesa de su representante: el Club Aurora, de Cochabamba, donde había estado entrenando seis meses atrás –terminó yéndose porque el Equipo del Pueblo no tenía lugar para más extranjeros–, quería contar con él ante el retiro del histórico Mauro Machado. “Sabía que el club (Aurora) estaba atravesando una situación difícil, pero también sabía que si me iba bien podía ir a un club más grande y arrancar una nueva carrera”, recuerda en la actualidad, que lo tiene como figura de uno de los equipos más importantes del país: Bolívar.

Sin lugar a dudas, tomó la decisión acertada. Y la “nueva carrera” que anhelaba está siendo, al menos en lo personal, casi perfecta. Más aun tomando en cuenta que sus anteriores experiencias cruzando las fronteras de su país no habían sido para nada fáciles. “Yo ya había estado en Perú (CNI) y en España (Alavés y Celta de Vigo B), y sabía lo que era (jugar en el exterior). En ese momento, por diferentes situaciones, decidí pegarme la vuelta para Argentina. Sobre todo por extrañar, porque era chico y tenía que estar solo allá. Mi mujer, que en ese entonces era mi novia, no podía entrar a España porque no tenía la visa, entonces era complicado”, rememora. Su segunda experiencia sería muy diferente.

Ya en Bolivia, tardó poco en explotar. Durante su primer semestre en la Liga, vivió una situación atípica: en lo individual, se dio a conocer a nivel mundial al superar el récord de penales atajados en un mismo torneo del legendario Ubaldo Fillol (contuvo 7 de los 8 que le patearon); pero, en lo colectivo, a pesar de que Aurora se levantó notablemente en comparación a su anterior campaña, le tocó vivir un descenso de categoría. “Más allá del récord –relata Matías–, en los partidos me iba bien. Hicimos una campaña interesante con un equipo que llegaba a ese torneo prácticamente descendido y tuvimos la posibilidad de jugar el indirecto, pero terminamos perdiendo por penales. Entonces, tuvo un sabor agridulce”.

Pasado ese momento, y de cara a una nueva temporada, su destino volvía a estar en el aire. “Tuve ofertas para ir a Chile, a Argentina… pero en ese momento yo tenía un representante al que por ahí se le hacía más fácil que yo me quede acá, entonces me aconsejó de esa forma. Mi familia quería que me vaya a Chile, pero bueno. (…) Uno, al estar en esa ciudad (Cochabamba), al conocer a la gente, también tenía ganas de quedarse un año más”, cuenta. Entonces, tras un llamado de Baldivieso –por aquel entonces técnico del Aviador– y consciente de lo que significaba jugar un torneo internacional (la Copa Sudamericana), decidió pasar al otro equipo de la Ciudad del Valle: Wilstermann. Otro paso importante en su “nueva carrera”.

Su año en el Rojo trajo consigo dos elementos que ahora son importantes en su manera de vivir el fútbol: su debut en torneos internacionales, nada más y nada menos que contra Peñarol, y el descubrimiento de su capacidad goleadora; comenzó a animarse a patear los penales y anotó en cuatro ocasiones. Después de eso, era muy difícil que extienda su estadía en territorio nacional. El chileno José Cantillana, que ya lo había pedido para Cobreloa un año atrás, hizo fuerza para que llegue a Antofagasta, y lo consiguió.
Matías pasó a jugar en un fútbol más competitivo, y no desentonó. Sin embargo, durante sus primeros partidos los resultados no estaban acompañando a su equipo; entonces, llegó un cambio en el banquillo. Dos hombres que, hoy por hoy, son importantes para él, recalaron en su club: Beñat San José y Mauro Machado, el mismo con el que había coincidido en Aurora. “Llegaron y levantamos al equipo. El segundo semestre fue histórico porque, por primera vez en toda la historia del club, entramos a una Liguilla y perdimos en semifinales”, comenta al respecto. A partir de ahí, las cosas se fueron dando para que, una vez más, un equipo nacional aparezca en su radar.

Beñat y Machado llegaron a Bolívar al comienzo de la temporada siguiente, pero no contar con un hombre de su confianza en el arco durante su primer semestre en La Paz les terminó costando un título, y no querían que la historia se repita al año siguiente; en su lista de deseos para reforzar el equipo, entonces, apareció –en primer lugar– el nombre de Matías. “Tuvieron mucho que ver para que yo llegue acá –confiesa el argentino–. Yo tenía muchas ganas de venir porque quería pelear cosas importantes, títulos y copas internacionales. (…) Estar con ellos me sedujo mucho porque sé cómo trabajan. Son muy profesionales y tienen una mentalidad ganadora”.

Fue así como el crack santafesino pegó la vuelta. Ahora, tras un gran primer año en La Academia, apunta a seguir creciendo, y tiene los objetivos bien marcados. “Me ilusiona mucho hacer una buena Copa Libertadores con Bolívar. Pelearla y encararla en serio. No entrar para participar, sino para competir de verdad. Y sé que con este cuerpo técnico y con los jugadores que tenemos seguramente podemos lograrlo. El cuerpo técnico es muy ganador y le gusta siempre ir para adelante, así que estos desafíos son muy lindos”, desvela. Pero llega el momento de preguntarse: ¿y si vuelven a tentarlo de afuera?

A mitad de año, Colo-Colo y Newell’s Old Boys le hicieron llegar sus propuestas; pero, según él mismo cuenta, “por diferentes situaciones, no se llegó a un acuerdo” con ninguno de los dos. “Yo tengo un representante –explica– que se encarga de manejar todas esas situaciones. Escucha las ofertas, me las pasa y vemos si me interesan, si no, si es bueno para el club, para mí… siempre evaluamos que sea bueno para todas las partes. Por el momento por ahí no sería adecuado hablar de lo que pueda llegar a pasar. Yo estoy muy contento en el club y espero que el año que viene pueda ser un gran año. (…) Bolívar es una institución que si estuviera en otro fútbol, en el argentino o en el chileno, sería uno de los equipos más grandes de ese país también. No tengo ninguna duda”.

Para el equipo celeste, seguramente, retenerlo será una prioridad. El 2018 estará plagado de grandes desafíos y encararlos sin un arquero de la categoría de Matías supondría un riesgo enorme. Porque, en estos años, al igual que en la mayor parte de la historia, ha quedado en evidencia que el primer paso para trascender en los planos internacionales, especialmente a nivel sudamericano, es tener un hombre capaz de brindar seguridad debajo de los tres palos. En las últimas ediciones de la Copa Libertadores, han quedado inmortalizados –por lo menos para sus respectivos clubes– los nombres de Marcelo Grohe (Gremio), Franco Armani (Atl. Nacinal), Marcelo Barovero (River Plate), Sebastián Torrico (San Lorenzo), Víctor (Atl. Mineiro), Cássio (Corinthians)… y la lista continúa. Se hace casi interminable, pero siempre hay lugar para más. Matías Dituro, a pesar de su modestia y cautela, lo sabe. Y si el año entrante lo tiene como arquero de La Academia en la Copa –sería su primera participación en el certamen más importante del continente–, indudablemente dará su máximo para escribir su nombre en las principales páginas del fútbol de nuestro continente y redondear la “nueva –y ambiciosa– carrera” que soñaba cuando llegó al fútbol boliviano.

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