Durante el duelo semifinal entre Estados Unidos y Argentina en el primer Mundial de 1930 en Uruguay, el polifacético entrenador, médico, preparador físico de la Selección de Estados Unidos, Bob Millar ingresó al campo de juego para asistir a uno de sus jugadores, al sacar los medicamentos de su maletín derramó un frasco de cloroformo, al intentar levantarlo aspiró la sustancia y cayó desmayado. Sus propios jugadores tuvieron que sacarlo a un lado del campo de juego para que se restablezca.
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