Ferreira, ejemplar como capitán y goleador

September 24, 2018

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Hace casi diez años el club Bolívar dirigido por Gustavo Quinteros en ese momento le daba la bienvenida al delantero uruguayo William Ferreira, un refuerzo más para algunos en ese momento, lo que nadie imaginaba era que el charrúa no solo se iba a ganar el corazón de todos los hinchas celestes a costa de sus goles ni que había llegado a la academia paceña para romper récords y ser uno de las figuras más grandes del club.

William como todo niño desde pequeño tenía el sueño de ser futbolista, es así que a los seis años de edad comenzó su carrera en divisiones inferiores en Artigas, su lugar de nacimiento, tenía a su papá que se desempeñaba como zaguero en un equipo de amateur de la misma localidad por lo que encontró de esta manera su profesión ideal.

En su país natal la mayor parte de los clubes profesionales se centran en Montevideo, es por ello que muy joven tuvo que dejar su casa para seguir con su carrera en la capital, siempre quiso ser delantero, trabajó mucho para llegar a ser tan efectivo como lo es ahora que sumado a su talento innato lo ha llevado a ser el goleador en distintas temporadas en casi todos los clubes en los que ha jugado, pero ante distintas circunstancias también en beneficio de su equipo no ha tenido problemas para jugar en otras posiciones, “mi papá era zaguero, entonces el entrenador que me formó desde chiquito, desde los 6 años hasta los 17 que me fui a Montevideo me quiso poner de zaguero, profesionalmente jugué de enganche mucho tiempo en Nacional, ahora algunos partidos también, en Fénix me tocó jugar de doble 5, de 10, de 8, un partido que nos expulsaron dos compañeros jugué de lateral y en el clásico jugué de arquero así que solo me falta de jugar de zaguero” relata.

Cuando llegó a Montevideo para iniciar su carrera profesional en el club Nacional donde debutó a los 19 años no fue fácil cumplir las expectativas que el mismo se había puesto sobre si, “en Nacional no me salía el gol porque tenía esa ansiedad de que venía de inferiores siendo goleador en todos los torneos y cuando llegó a primera no me salía, demoró, costó muchísimo pero lo recuerdo bien, centro de la derecha y gol de cabeza que no es mi fuerte” recuerda su primer gol profesional, mismo que dedicó a su familia.

Años más tarde le llegó una oferta que marcaría su vida y su carrera hasta la actualidad, “en finales de 2008 me lo propusieron la gente que me manejaba (venir a Bolivia), en principio la idea era venir de pasada seis meses máximo un año, pero afortunadamente todo ha salido mejor y hasta ahora me tienen acá”, antes de armar las maletas para venir a jugar a Bolívar, lo único que conocía de Bolivia era “la altura, la verdad no sabía nada más, porque tampoco no había jugado aquí algún torneo internacional, me adapte rápido, los compañeros que tenía ese momento me ayudaron”. Justamente a su llegada el primer partido que le tocó ver fue un clásico paceño, “a los dos días que llegué fui a mirar un clásico y subí las graditas del Siles, cuando llegué tenía un ahogo impresionante y dije dentro mío, cómo voy a hacer para jugar acá”, afortunadamente para él y los hinchas celestes lo hizo de la mejor manera y fue el inicio de un gran paso por la academia paceña que aún continúa.

Sin duda alguna una de las temporadas nunca olvidará fue la del año 2014 donde en la Copa Libertadores llegaron a ronda de semifinales, “fue algo extraordinario, estar tan cerquita y no poder llegar a lo que queríamos, pero lo que hemos vivido ahí fue algo maravilloso, lo disfrutaba muchísimo, cada salida del hotel al estadio y ver toda esa gente apoyándonos dentro y fuera del Siles, esas cosas no se van a borrar nunca de mi mente y mi corazón y ojalá que hasta que deje el fútbol pueda volver a vivir algo similar. Cuando arrancamos mal no se creía que íbamos a llegar donde llegamos y con unión de todos, cada uno haciendo su trabajo junto con el cuerpo técnico de Azkargorta mostramos de que se podía, estamos lejos internacionalmente pero ese torneo pudimos mostrar que dimos pelea”.

Esa temporada también se dio su salida al fútbol de México, experiencia que el mismo califica como “espectacular, una experiencia muy bonita en lo deportivo por todo lo que se vive, en cada partido juegas con equipos súper poderosos, lo disfruté muchísimo y a mi familia también le encantó la experiencia, mi hijo Prince el más pequeño es mexicano, nació allá”. Pero el cariño que le tomó al país y a Bolívar terminaron por definir su retorno a La Paz, “todo lo bueno que he pasado aquí, conozco a todo Bolívar por dentro y fuera, me conocen también a mí, saben lo que puedo aportar también como persona y cuando uno se siente bien en un lugar quiere volver, cada vez que me fui siempre volví”.

Volvió y ha ido superándose así mismo hasta convertirse en una figura para su club, en un ejemplo para los jugadores más jóvenes del plantel. Actualmente es el máximo goleador en los clásicos paceños, partidos que tienen un sabor especial para él, “lo vivo espectacular, es un partido que me gusta, la previa, lo que la gente te hace sentir y en especial porque siempre tengo esa cuota de suerte de poder marcar o tener una oportunidad, así que lo vivo de maravilla”.

A lo largo de su carrera ha compartido vestuario con personas que han marcado su vida tanto fuera como dentro de las canchas, “tengo una amistad con Charles Da Silva que por más que no nos vemos o hablamos mucho, pero lo quiero mucho a él y su familia, obviamente que se extraña al ahora profe Walter que con él vivimos muchísimos años, llegamos juntos el 2009, era una persona muy divertida, puede ser que se lo extrañe mucho al viejo”.

A este par de compañeros se suman tres entrenadores, “el primero que se llama Obdulio Duarte que ahora está pasando un momento complicado de salud, el me dirigió desde los 6 hasta los 17 años, toda una vida con él, lo quiero mucho es de Artigas y ha sacado a muchos jugadores famosos. Otro es Wilmar Cabrera que fue el que un poco me orientó en el tema de la definición, lo tuve desde los 17 hasta los 20 años en Nacional, siempre nos quedabamos una vez por semana a practicar definición y me decía como hacerlo, me perfeccionó y me ayudó muchísimo. Y el otro que me va a marcar siempre es Guillermo Hoyos que con él aprendimos muchísimo, nos ayudó muchísimo principalmente como persona”.

Es así que con toda su trayectoria dentro y fuera de su país siempre es considerado como capitán del equipo por los distintos entrenadores que continúan pasando por Bolívar, el tema de la capitanía para Ferreira comenzó bajo el mando de “Clausen, pero yo fui capitán más que nada por Walter, él iba ser el capitán y decidió no quererlo en ese momento, Clausen me habló y yo con toda la responsabilidad que lleva lo asumí y eso siempre me ha ayudado a motivarme más, lo llevo con orgullo cada vez que me toca portarlo, hacerlo lo mejor posible”.

Ferreira trabaja constantemente para ser un capitán que aporte más con su ejemplo que con su palabra, “yo trato de no hablarles tanto, sino de mostrarles con el ejemplo el de trabajar, me gusta llegar temprano, me gusta ir al gimnasio, me gusta que me vean, por ejemplo cuando trabajamos lo físico que a nadie le gusta, ni a mí, pero siempre tratando de dar el buen ejemplo y cuando hay que hablar o llamar la atención también, todo sea para mejorar en beneficio del equipo”.

Un detalle que no podíamos dejar de preguntar, fue si era real – como los medios publicaban en su momento – la posibilidad de naturalizarse boliviano para jugar por la Selección, su respuesta fue la siguiente: “No lo llegué a pensar tanto porque en el momento que hubo esa pequeña llamada de Quinteros que fue el que me trajo en 2009 también, cuando el agarró la Selección yo tenía recién dos años acá y creo que son 5 años, fue una charla nada más y como faltaba mucho tiempo era complicado, entonces no fue más que una consulta, pero siempre agradecido por todas las personas que querían que sea parte del equipo de su país”.

De esta manera aún con el sueño de volver a repetir lo vivido en 2014 en la Copa Libertadores, teniendo como el gol más recordado para sí el que marcó a Lanús para la clasificación, así como el que hizo de tijera en un clásico paceño,  William Ferreira no tiene aún definido su futuro después de ser futbolista, “si tuviera que elegir algo, me iría a mi ciudad con mi familia a disfrutar de mis padres e hijos, el estar siempre en esto del fútbol sería bueno pero veremos, no sé si de entrenador, a veces me gusta a veces no”. Lo que no cambiará es su “cábala” tomar mate antes de los partidos y entrenamientos, y por supuesto compartirlo con sus compañeros en la cancha o sentados en el pasillo del hotel de concentración.

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