Era la primera vez que dos equipos argentinos – y esta vez los más populares – se enfrentaban en una final de la Copa Libertadores. El superclásico argentino que paraliza a Sudamérica esta vez tenía la oportunidad de paralizar al mundo entero, de hecho así fue, pero la violencia opacó lo que debió haber sido uno de los espectáculos más grandes del fútbol latino.
Las finales de Copa siempre se disputaban miércoles o jueves, la Conmebol decidió mover a sábado para tener horario estelar a nivel mundial, los sudamericanos teníamos a todo el mundo pendiente de lo que sucediera en Argentina.
La ida estaba fijada para el sábado 10 de noviembre en la Bombonera, pero ese día una torrencial lluvia puso en vilo a todos, muchas horas después se decidió reprogramar para el domingo 11, donde los equipos empataron 2-2, dejando abierta las posibilidades para que cualquiera se quedara con el trofeo más codiciado de esta parte del mundo.
La revancha tenía como fecha el sábado 24 de noviembre en el Monumental, todos estaban listos para conocer al nuevo campeón de América. Esta vez no fue el clima, fueron un grupo de mal llamado hinchas quienes lanzaron piedras al bus que trasladaba a Boca al estadio quienes hicieron que en el Monumental nunca se jugará la final.
Los incidentes pusieron entre las cuerdas a los directivos del fútbol sudamericano, quienes tenían como principal visitante en Buenos Aires al Gianni Infantino, Presidente de la FIFA. Otra vez muchas horas de espera, se decide reprogramar para el domingo 25, sin embargo Boca decidió no jugar y buscar que se dispute la revancha con condiciones para ambos equipos.
Las reuniones fueron eternas, posiciones encontradas, Presidentes precautelando sus intereses, y luego de buscar por días la solución más “salomónica” se determinó disputarla en España, en el estadio Santiago Bernabeu el domingo 9 de diciembre. River Plate venció 3 goles a 1 y se alzó con la copa en una final emocionante, vibrante, sufrida – al fiel estilo sudamericano – con mucha entrega. Al final el fútbol volvió a ganar y tuvimos no solo la final más larga del mundo ya que se tardó un mes entre duelo y duelo, sino la más inédita.