Coroico es una pequeña ciudad de la región de los Yungas en el Departamento de La Paz, allí muchos niños que soñaban con ser futbolistas debían ir a entrenar con sus propios machetes para poder cortar el pasto, uno de esos niños era Adrián Jusino actual defensor del club Bolívar y la Selección Boliviana.
Adrián recuerda como viajaba con su familia de vez en cuando a la Sede de Gobierno para poder ir al estadio Hernando Siles y vivir los clásicos paceños, “me volvía loco lo que los veía jugar, no estábamos económicamente muy bien con mi familia como para venir seguido, veníamos cuando era un clásico y me volvía loco, quería llegar a eso pero uno nunca se imagina cuán grande puede llegar”.
Desde muy pequeño entrenaba en aquella cancha, hasta que a los 12 años todo comenzó a cambiar, en aquella ocasión llegó a Coroico el profesor Ramiro Blacut – una de las figuras del fútbol boliviano, campeón de América con la Selección del 63 – para crear su escuela de fútbol, ahí inició la carrera de Adrián, “El profesor Blacut cuando cumplí 15 años me mando a probar al club Bolívar con el profesor Ramiro Vargas que estaba en ese entonces trabajando con Marco Sandy, éramos 500 jugadores en la prueba y el grupo se fue reduciendo y reduciendo, al final logré quedarme”.
Ya para esta su llegada a Bolívar, Blacut lo había formado como defensor central, “yo era delantero y hacía goles, yo jugué hasta mis 12 años como delantero, hasta que el Profe Blacut vio mi estatura y mis condiciones físicas, porque siempre era grande, y me dijo tú tienes condiciones para ser defensor y me volvió central”.
Pero de ahí para adelante la carrera de Jusino ha estado llena de pruebas de fortaleza, “en ese entonces había jugadores de mucho peso, había extranjeros como Schiapparelli, era muy difícil que te den una chance, nacionales como Tordoya, el primer plantel era muy competitivo y era muy difícil para un chico ganarse un espacio” relata, aun así llegó el momento para que pudiera debutar en el primer equipo, “cuando yo debuté fue una satisfacción grande porque me había costado mucho y tuve que pelear mucho, mi primer partido fue a mis 15 años frente a Aurora, Bolívar estaba en Libertadores y el primer equipo fue a jugar contra Cerro Porteño, Habegger era el entrenador, un equipo mixto fuimos a jugar a Cochabamba estaba Marco Sandy, ese partido terminó empatado increíblemente, Aurora tenía un equipazo, estaba Dulcich, Villalba, esa vez jugaban torneo internacional también, nosotros con puro chicos y algunos jugadores de primera les empatamos y les hubiéramos ganado”.
Sin embargo aquel partido no cambió mucho el poco espacio que tenía en el equipo, de hecho en ese momento fue cedido a préstamo al club Petrolero de Yacuiba para jugar el hexagonal final de la Copa Simón Bolívar, un semestre después volvió a Bolívar con quien tenía contrato vigente, el entrenador era el español Miguel Ángel Portugal, lo convocó para el primer clásico de la Copa Cine Center, “volví porque dijeron q me iban a tomar en cuenta, pero después igual fue lo mismo, no tuve continuidad y como que ya tenía enojo y decidí rescindir contrato, fue muy complicado porque siendo joven y no siendo maduro se te vienen cosas a la cabeza y es fácil caerse y desmotivarse, en varias ocasiones quise dejar el fútbol pero gracias a la ayuda de mi familia y su apoyo he podido seguir adelante”.
Sin equipo fue cuando recordó una oportunidad que años atrás no pudo aprovechar, “en 2011 fui a jugar la Dallas Cup con Bolívar, enfrentamos a equipos como el Arsenal, Curitiba de Brasil y me fue bien, ahí un técnico de un equipo universitario me ofreció una beca universitaria pero como tenía contrato no me dejaban irme, después de dos años lo contacté para saber si aún había el interés de esa beca y me dijo que si entonces me fui sin pensarlo dos veces”.
Ahí fue cuando comenzó una serie de idas y vueltas hasta que Jusino logró llegar a cumplir gran parte de sus sueños como futbolista, en aquel momento hizo maletas y partió rumbo a Texas para aprovechar esa beca universitaria, de hecho terminó su carrera en Negocios y jugando en el equipo de la universidad Richland. Terminados sus estudios volvió a Bolivia para pasar las fiestas de fin de año, en ese momento lo llamaron del club Maestranza de La Paz.
Pelaron el ascenso pero no lograron completar el proyecto y el equipo se desarmó, volvió a hacer maletas para retornar a Estados Unidos, esta vez consiguió equipo en Los Ángeles, en el equipo Ventura Fusion de la tercera división. Al cabo de un año retornó al país, esta vez el proyecto de ascenso de Always Ready lo había convencido, en el equipo millonario se quedó dos años, salió campeón de la Copa Bolivia, pero al no lograr el ascenso una vez más se subió al avión rumbo a Norteamérica.
Esta vez logró fichar por un equipo profesional de la segunda división de Estados Unidos, Tulsa Roughnecks, fue el club que lo puso en los ojos de Bolivia, en aquella temporada, “me fue bien personalmente aunque al equipo le fue mal, hice buenos minutos, buena estadística y con eso Bolívar se fijó en mí, llegó fin de año estaba por renovar allá y me llamaron, no lo pensé dos veces y volví”. En su temporada en el Tulsa pudo enfrentar a jugadores como Drogba, Omar Bravo, Giovani Dos Santos.
Su retorno a Bolívar fue algo emocionante para Adrián que en los últimos años había pasado por distintos equipos sin poder llegar a estar en uno de primera división, incluso las constantes frustraciones lo llevaron a buscar otras opciones para su futuro y sumar a sus estudios de Negocios una carrera de Chef que inició durante su estadía en La Paz, “Este año ha sido súper rápido todo, llegue a Bolívar, me tocó debutar en Libertadores con un gol, lo que jugué en la Liga me sirvió para mostrarme en la Selección, ha sido un cambio loco”.
Por si fuera poco todo lo que comenzaba a lograr, llegó su convocatoria a la Selección para los amistosos, “que esté mi nombre fue una bomba en mi cabeza, sentí mucha emoción, me acordé de las veces que quise dejar el fútbol, estaba muy emocionado y quería demostrar por qué me estaban tomando en cuenta”.
Pero una vez más las cosas parecían complicarse y su continuidad en la academia paceña iba cambiando cerca de la Copa América, “yo estaba seguro de que no iba a ir, no tenía continuidad en mi club, pero el profe Villegas confió en mí, en lo que le mostré en los amistosos contra Japón y Corea, lo primero que pensaba era demostrar mi capacidad a pesar de las críticas de la gente y la prensa”, Jusino fue convocado para ir a Brasil para la Copa América y para el amistoso ante el campeón del mundo, Francia en Nantes.
“Francia con la plantilla que tenía era una cosa de locos, era algo muy grande que me estaba pasando pero también lo tomé con mucha responsabilidad, sabia que no habíamos ido de vacaciones o a conocer Francia habíamos ido para jugar contra ellos. Antes de que inicie el juego los veía a cada uno y me acordaba de verlos meses antes jugar Champions, o me acordaba lo que renegaba viendo perder a Argentina con Francia en el Mundial, pero comenzó el partido y éramos once contra once”.
De hecho en ese partido conoció al jugador más difícil que le tocó marcar en toda su carrera hasta ahora, “Griezmann es un jugador que nunca me había imaginado lo complicado que era marcarlo, no porque te haga bicicletas o te saque a dos o tres jugadores sino porque se mueve todo el tiempo, no sabes dónde está, te aparece por la espalda, te deja libre el medio, no es como Paolo Guerrero que son más de área y es más fácil ubicarlo”.
Con toda esa experiencia, llegó el momento de la Copa en Brasil, “A nadie nos gustó lo que hicimos en la Copa porque no trabajamos para eso, pero más allá de todo yo estaba contento porque yo di todo de mí, a veces uno no puede contra jugadores de otro nivel pero sé que lo he intentado, lo poco que me ha tocado estar he defendido a muerte, por ese lado estoy tranquilo”.
El partido inaugural en el Morumbí frente a los anfitriones también marcó su carrera, durante el himno, “estaba a punto de las lágrimas, estaba mordiéndome las encías para no llorar, para mí fue muy emotivo, escuchar el himno y estar ahí todo se me vino a la cabeza, de niño lo que jugaba en las canchas de tierra, la cancha de mi pueblo”. Sin duda algo que no le pudo faltar durante todos estos años a Adrian fue la perseverancia, la misma que lo llevará a cumplir el sueño que tiene pendiente, “jugar en una liga del exterior, no sé dónde, ni en qué equipo, ni cómo, pero es lo que yo quiero”.