Hasta hace algunos años era muy utilizada la frase: los jóvenes son el futuro de un país; con el pasar del tiempo esta frase fue quedando algo obsoleta y en la actualidad se dice que los jóvenes son el presente de un país. Estas palabras pueden trasladarse al fútbol literalmente y encontrar ejemplos de jóvenes jugadores que con poca experiencia en cancha y con muchos años por delante son el presente de nuestra Selección que busca el sueño mundialista.
En los primeros meses del 2020 se disputó el torneo Preolímpico en Colombia, la categoría Sub23 de todos los países miembros de Conmebol disputaron los cupos para participar en los Juegos Olímpicos de Tokio. Bolivia fue una de las gratas sorpresas de esta competencia continental estando a un gol de pasar de fase, complicando a grandes selecciones como Uruguay y Brasil; y teniendo a uno de los goleadores del certamen, Víctor Abrego.
Víctor tiene una historia corta en el fútbol boliviano pero llena de sueños y metas que va cumpliendo a medida que aprovecha las oportunidades que se le presentan. Su historia comenzó en su pueblo natal, San José de Chiquitos, desde los 6 años el fútbol ha sido una parte importante en su vida que siempre acompañaba sus actividades escolares y su trabajo, ya que desde muy temprana edad realizó distintas actividades económicas para ayudar a su familia.
“Inicie jugando en la cancha Ferroviaria de San José de Chiquitos, jugando con los amigos por pollitas, nosotros a veces vendíamos majaditos y entonces lo que ganaba vendiendo en el tren era mi polla para el partido y eso también era para mí recreo del colegio, si perdía el partido, perdía mi recreo” recuerda su infancia. A partir de sus 9 años fue parte de la Escuela Municipal de San José de Chiquitos, donde aprendió muchas cosas hasta que cumplió 15 años.
Cuando cumplió 17 años de edad dejó su pueblo natal y se fue a vivir a la localidad de Pailón que queda a una hora aproximadamente de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Ahí el fútbol también compartía sus horarios junto a su trabajo, “atendía un restaurante donde también vivía, yo ayudaba vendiendo pollos, estudiaba en la mañana, llegaba al mediodía a trabajar y ayudar en el restaurante, en la tarde entrenábamos a las 14:30 con el colegio para los juegos plurinacionales, volvía a las 4 de la tarde y entraba de turno en el restaurante de 6 a 9 de la noche para después antes de dormir poder hacer mis tareas del colegio”.
En aquella época le gustaba ver los vídeos del delantero boliviano Joaquín Botero quien ya se había retirado y también de Marcelo Martins. Fue entonces que se le ofreció una oportunidad, “un amigo me invitó a hacer una prueba en el club Destroyers, el entrenador era Federico Justiniano, fui a hacer la prueba dos días, hicimos fútbol y logré quedarme porque marqué gol desde el primer entrenamiento” el club Cuchuqui fue su primer equipo profesional, pero lograr aprovechar esta gran oportunidad no sería tan fácil.
“Tuve que acomodar todo, cambié el colegio al turno de la tarde para que en la mañana pueda ir a entrenar al club, como yo vivía en Pailón y el entrenamiento era 8:30 de la mañana tenía que despertar a las 6 de la mañana para que máximo 6:30 tome el trufi que me lleve a Santa Cruz, más bien tenía un amigo que siempre me recogía por Pampa de la Isla entre las 7:30 y 8 para ir a entrenar a la sede del club. A las 11:30 salíamos de entrenar y tenía que volver a Pailón, tuve que hablar con el director del colegio para poder entrar a clases más tarde que el resto de mis compañeros”.
Pero todo ese esfuerzo tuvo su recompensa, llegó el día de su debut en la División Profesional, “se da con Wilstermann en Cochabamba, entré en el segundo tiempo metí un gol pero me lo anularon por posición adelantada, me utilizaban como lateral derecho o volante por derecha, donde me ponían tenía que demostrar, a mí siempre me gustaba ser delantero pero siempre había alguien que se lesionaba o expulsaban y tenía que entrar en ese espacio, lateral derecho es la posición que más me costó”.
Al terminar ese torneo Clausura en el que debutó recibió otra gran sorpresa y oportunidad en su carrera, “terminamos de jugar contra el Tigre, perdimos 3-2 y yo estaba yendo a mi pueblo San José de Chiquitos, ya estaba llegando a la terminal y me llega un mensaje de Carlos Pino (Coordinador de la Selección Boliviana) diciéndome que estaba convocado a la pre Selección Sub 23, yo no creía si era verdad, le pregunté si no era una broma, entonces me fui inmediatamente al hotel de concentración”.
Al igual que en las anteriores ocasiones, él sabía que la oportunidad estaba en sus manos, “yo llegué una semana antes del viaje, desde el primer día de entrenamiento quise aprovechar cada minuto porque hicimos fútbol y ahí creo que le agradó al profe Farías como jugué y pude estar entre los 23 elegidos para el viaje a Colombia”.
Antes del primer partido por el Pre Olímpico, Bolivia tuvo dos amistosos de preparación ya en tierra cafetalera, “con Chile no arranqué de titular, entré en el segundo tiempo con nerviosismo porque era mi primera vez jugando con la Selección y estar fuera del país, me fui afianzando en el segundo amistoso contra Colombia, me supe soltar mucho más por la confianza del profesor Farías y de los compañeros también, hice un buen partido” recuerda Víctor.
A pocos días de jugarse el primer partido del torneo Pre Olímpico pasó un susto, “Viaje sin pasaporte a Colombia, solo con carnet de identidad, pero para habilitarnos tenía que ser si o si con pasaporte, entonces llegamos a Colombia y entrenamos normal dos días, al tercero se me acerca el coordinador, Carlos Pino, y me dice que no pudieron habilitarme junto a Alex Arano, nos dijo lo siento muchachos no pudimos habilitarlos, en ese momento yo sentía pena porque ya no íbamos a poder estar, nos iban a mandar de nuevo a Bolivia, iba a llorar. Y nos dijo alisten sus mochilas y van a Bolivia, sacan el pasaporte y vuelven el mismo día. Ahí respiré, hicimos ese viaje otra vez a Bolivia para sacar el pasaporte en Santa Cruz, lo sacamos y volvimos el mismo día a Colombia”.
Ya en competencia llegó su primer gol con la Verde, “Contra Uruguay entré de titular con toda la confianza de los compañeros y del entrenador Farías, mandó un centro Ronaldo yo llego a echarme y cabecear y a gritar ese gol con todo el corazón porque era algo increíble que estaba logrando, ahí recordé todo lo que pasé para llegar ahí, las veces que no había tenido la oportunidad”.
Ese gol y ese torneo lo pusieron en los ojos de todo el país, aquel delantero que había jugado de lateral derecho sin mucho ruido en Destroyers era noticia en todo el país, fue entonces que el club Bolívar lo fichó, “Fue un cambio muy grande, venía de Destroyers, se me venía un peso encima, pero sabía que tenía que aprovechar la oportunidad que se me estaba dando. La aclimatación no se me complicó mucho, solo tenía mucha hambre, quería comer mucho los primeros días, después ya fui integrándome al grupo”.
Aun con pandemia de por medio el 2020 ha sido un año importante para Víctor, con grandes cambios y mucho crecimiento. Siendo parte de Bolívar – en la reanudación del fútbol tras la cuarentena mundial – ha disputado Copa Libertadores y Sudamericana, marcando un gol en este último torneo, “Un sueño cumplido jugar Libertadores, torneos que solo veía por la tv y ahora los estoy viviendo, también jugar Sudamericana y marcar gol es otro sueño más cumplido, que con dedicación y mucha humildad estoy logrando”.
Por si fuera poco, también llegó su primera convocatoria a la Selección absoluta. De esta manera es que Abrego es parte del presente del fútbol boliviano que aspira a grandes logros, él personalmente tiene claras sus metas, “Me gustaría jugar en Francia, en el Paris Saint Germain, sé que con trabajo lo puedo lograr, si trabajo cada día. Mi mentalidad es superar marcas, ahora mi referente es Marcelo Martins, quisiera superarlo ahora que es el máximo goleador de la Selección”.