En varias ocasiones se ha comentado sobre lo difícil que es el fútbol boliviano por la variedad geográfica del país, tanto para entrenadores como futbolistas, acostumbrarse y aclimatarse a todo lo que conlleva ser parte del fútbol en Bolivia es una cuestión muy singular ya que varía de una persona a otra. Sin embargo, los extranjeros que han logrado encontrar su lugar en alguno de los clubes normalmente se quedan muchos años, son referentes, o vuelven tras experiencias en otros países.
Uno de estos casos es el de Francisco Da Costa, el jugador brasileño que desde su fichaje – uno muy disputado y deseado por parte de Bolívar – llegó al fútbol boliviano con un carisma diferente, una personalidad extrovertida, alegría contagiosa, sin duda, el atacante no solo aporta con goles y buen rendimiento dentro de la cancha, sino que crea ambiente y hace que el espectáculo de este deporte tenga siempre un capítulo nuevo en Bolivia.
Da Costa llegó a La Paz en enero de 2022, el futbolista recuerda aquel día y que fue aquello que lo impresionó, “lo primero fue la vista, llegue a las 5 de la mañana iba amaneciendo, me gusta mirar mucho el Illimani”.
En su primera temporada con Bolívar no tardó en ganarse el cariño de los hinchas, una de las claves para que pudiera disfrutar y destacarse en la temporada fue sin duda el compañerismo dentro de su club, “Lo que más me gusta de estar acá, es el grupo que tenemos, la otra vez hicimos una entrevista con Patito para el club, y le pregunte si pudieses llevar algo de Bolivia y el respondió el grupo, ha cambiado un par de jugadores, la esencia queda, yo soy muy agradecido con los bolivianos que nos recibieron”.
Pero el 2022 todos solo vimos un lado de la historia del brasileño, los goles, los distintos festejos en la cancha donde al parecer todo era color de rosa en la vida del jugador. Fue cuando este 2023 ficha por Atlético Nacional de Colombia y habla de su experiencia en Bolivia que Francisco cuenta el lado difícil de su llegada, lamentablemente esa entrevista fue descontextualizada y tergiversada, “la otra vez que yo hablé de la altura la gente se enojó mucho, yo nunca hablé mal de la ciudad, lo que yo dije fue que, sí me costó mucho adaptarme, personalmente más que a los demás y nadie sabe que yo solía pasar mal después de los partidos. Ganábamos, hacía goles, llegaba a la casa y me sentía muy mal, cosa de que Patito (Rodríguez) se quedaba en la casa conmigo, mi primo tenía que estar sentado pegado a la cama y yo mal” aclaró a detalle en la entrevista.
Incluso reflejo de esta su complicación de adaptación se refleja al momento de recordar ese gol tan especial que marcó en el clásico por la final del torneo apertura, “A mí no me gustaba jugar en La Paz, en la altura en la tarde, yo me cansaba mucho más y el partido era a las 3 de la tarde, pero yo nunca entré a la cancha dudando estábamos en un nivel y una vibra tan bonita que estábamos totalmente motivados que el gol registra lo que es. Toda la jugada fue única, pude saltar en el momento correcto, cabecee fuerte, viviendo toda la emoción yo brinco con todos los compañeros y digo que bueno que fueron 18 segundos porque con dos minutos ya estaba ahogado no podía más”.
Sin embargo, esta segunda etapa de Da Costa en Bolívar será diferente como él mismo relata su sentir, “Esta vez creo que mentalmente estoy más fuerte, estoy más feliz, me siento mejor no solo con el fútbol sino con la vida, más agradecido y adaptarme fue más rápido. Siento que no me pesa más, el día del clásico estuve muy feliz, hubiese querido jugar más, pero estamos en el camino y no siento que vuelva a pasar eso de nuevo. Siento que ahora van a venir no solo momentos de gloria en la cancha sino a nivel personal” expresó.
Sin duda el brasileño retorna a Bolivia en una etapa diferente de su vida, después de haberse demostrado a él mismo mucha fortaleza de su parte y siendo resiliente tras su último semestre en el fútbol colombiano, “Yo esperaba muchas cosas diferentes, toca aceptar lo que la vida propone a uno, nunca estuve un tiempo tan largo con lesiones, nunca tuve una lesión grave, lo máximo fue un accidente en el hombro en el 2020 que tuve que operarme y me quedé tres meses pero después muscularmente no, y fue muy difícil porque regresar ya sin ritmo, sin pretemporada por el desgarro que tuve en el tendón me dificultó mucho, tuve otras lesiones encima, no tenía la preparación adecuada, nunca pude entrenar 15 días seguidos y siempre parecía que me iba a acercar al momento que se iba la lesión y venía algo nuevo y fue muy frustrante” resume su paso por el Atlético Nacional.
En medio de todo ese dolor y desilusión en su carrera es que decide volver al país y él mismo relata cómo fue tomar esta decisión, “llegó un punto donde yo dije, ya acepté todo lo que me paso, ¿ahora donde tengo que ir?, hablando con mi familia y la gente que me asesora entendí que era momento de volver acá, a sentirme feliz, a jugar otra vez, estoy en el proceso de cuidar mi cuerpo todavía de recuperarme físicamente, sé que lo voy a lograr, nada es para siempre, los momentos malos también pasan, nada mejor que estar en un lugar donde uno es feliz y todo fluye de la mejor manera”.
Y aunque Bolivia es uno de los lugares en los que mejor se siente en el mundo y donde más puede disfrutar de su carrera, esto no cambia lo mucho que extraña a su familia, “salí con 21 años (de casa), extraño todo especialmente mi familia que es lo que más me hace falta, hace tiempo entendí como es mi vida, el precio que tengo que pagar para hacer lo que me gusta, pero es mi sueño y no puedo dejar de hacerlo, no haría otra cosa sino jugar a la pelota”.
Sin duda no hay sensación mas linda para nadie que cumplir un sueño, pero todos los sueños, sin importar cual sea implica un sacrificio, uno o varios que muchas veces los hinchas no ven, o hasta olvidan que los jugadores son tan humanos como cualquiera, “la gente cree en especial en Sudamérica que los futbolistas tenemos una vida de rockstar y no es así, entendemos que en un club como Bolívar puedes vivir bien, ganar buen dinero, no somos millonarios tampoco, si disfrutamos de la vida de una manera diferente por las condiciones que tenemos, pero también no podemos hacer todo lo que nos gustaría hacer porque tenemos una vida muy disciplinada, hoy hay equipos donde miden tu sueño por ejemplo. Con el predio nuevo de Bolívar es otra estructura, otro tipo de trabajo, es muy controlado tu comida, tu trabajo, tu descanso, la parte de recuperación, fisioterapia, cancha”.
Y a todas dichas responsabilidades que vienen dentro de la cancha y por contrato, el futbolista tiene una en particular, “el fútbol exige mucha disciplina, es el precio que pagas, hay mucha presión, la externa de la gente, la interna de uno mismo con la familia, con el club. Nosotros manejamos la felicidad de mucha gente, somos responsables de la felicidad de mucha gente y eso no es cualquier cosa, por eso hay que trabajar tanto y ser muy profesional, por eso nos exigen tanto pagando la plata que vale jugar en un alto nivel”.
En medio de todo eso es que Francisco busca ser un aporte para el vestuario de la academia paceña, “La gente se confunde un poco conmigo, soy brasileño me gusta bailar, soy extrovertido, pero después en el grupo busco ser muy responsable, inspirar a mis compañeros, busco exigirles también, no me gusta perder, quiero ganar, busco ser más fuerte cada día para seguir ganando. Lo mío no es ser un capitán como tal, coordinar un par de reglas, lo mío es más en la cancha, busco ser un líder técnico y en el vestuario busco darles alegría a mis compañeros”.
Actualmente su sueño es volver a ser campeón con Bolívar y avanzar en la Copa Libertadores pero también apunta más lejos, “Como jugador uno nunca deja de soñar, el fútbol nunca termina de darte alegrías y tristezas, yo tengo muchos sueños no se si voy a lograr, no sé cuánto tiempo me vaya a quedar en Bolívar, no se donde vaya a jugar, quiero estar feliz, manteniendo el nivel y jugar a un nivel más grande. Jugar en la Selección Brasileña sería espectacular también, es algo muy lejano hoy, pero uno nunca sabe, conozco historias de jugadores que debutaron con más de 30 años y jugadores que uno diría que nunca va a llegar y llegaron, el fútbol es muy loco con las lesiones, los tiempos, los momentos que uno vive y claro vestir la camiseta de la selección brasileña que para mí es la selección más grande del mundo es lo máximo que podría pasar a un brasileño”.
Para cumplir esos sueños tiene como inspiración y principal motivación a su familia, “en especial a mi mamá que estuvo conmigo desde siempre, realmente me bancó, hubo un momento donde nadie me bancaba y ella me bancó, entonces mi inspiración está ahí, en hacer un buen año, en disfrutar lo máximo que puedo el fútbol para que cuando lleguen mis vacaciones yo pueda estar en mi casa tranquilo y en paz”.
Finalmente, no podíamos cerrar la entrevista sin preguntarle por Chucky, “para mi representa más que nada la alegría que teníamos como grupo, pasó por malos momentos también y estuvo siempre con nosotros, la gente se equivoca, no dependemos de un muñeco, hay gente que dijo que era una brujería, no tiene nada que ver con eso, representa la alegría que tenemos y nada de lo que es en la película”.