Michael Ortega es uno de los actuales referentes del club The Strongest, el colombiano llegó al fútbol boliviano con una gran trayectoria internacional y cada vez que entra a la cancha da muestra de la magia que le abrió las puertas del mundo para lograr sus sueños y ser el futbolista profesional que siempre soñó, pero sobre todo por el que siempre trabajó.
“Desde muy pequeño, uno nace con ese amor por la pelota y las ganas, soy de un pueblo muy cercano a Barranquilla, comencé desde muy chico a los 8 años ya estaba en una escuela de formación, ahí por decir así me adoptó el dueño de la escuela para tener los recursos obviamente con la ayuda de mis padres, mi papá manejaba un bus y mamá trabajaba de cajera y gracias a Dios, las cosas tuvieron un final feliz, fueron muy trabajadas y las cosas se consiguieron” relata el jugador.
Ortega no se imaginaba una vida diferente, aunque en su localidad veían difícil que pueda lograrlo, el tenía en claro que trabajaría para ser un futbolista profesional y así fue como junto con su familia fueron tomando determinadas situaciones para alcanzar el objetivo, “estaba compitiendo en un torneo muy reconocido donde hubo muchos veedores de los equipos grandes de Colombia, gracias a Dios me fue muy bien, recibí muchas ofertas desde pequeño, hubo una reunión familiar donde se decidió ir a Deportivo Cali, estaban Independiente Medellín, Junior entre las opciones, pero por todo lo que era en formación el Deportivo Cali que más que todo se fijaba mucho en la parte humana también, mis padres decidieron que era la mejor opción, de ahí a los 13 años estaba en una ciudad diferente, muy lejos de casa, salir de mi pueblo fue muy difícil” continúa relatando sus inicios.
Esta decisión lo llevó a su primera experiencia como futbolista profesional, viviendo en una casa junto con muchos otros jóvenes talentos colombianos, “los cuidaban unas personas encargadas del Cali, yo pensaba qué hago aquí, tengo que estar en mi casa pero siempre mi familia estuvo ahí recordándome que era mi sueño, que tenía que luchar y trabajar, y así se me dio la posibilidad de jugar como futbolista profesional a los 17 años, se luchó, y como se dice la meta no es llegar a ser jugador profesional sino permanecer, y ya son más o menos 14 a 15 años que soy jugador profesional”.
Esta experiencia en sus inicios hace que ahora que su hijo que busca seguir el camino de su padre aprenda del día a día y no desde el lugar de privilegio que su padre ahora tiene por su carrera, “ahora mi hijo quiere ser futbolista y trato como de soltarlo y que él vaya luchando, que coja un bus, que le toque jugar 11 de la mañana con el sol o a la 1 de la tarde, son cosas muy bonitas que uno pasa en la vida”.
Volviendo a su debut como profesional, Michael recuerda el día exacto de cuándo ocurrió: “Fue todo un tema, estábamos un jueves entrenando en 2009, los entrenadores en el fútbol colombiano nos concentraban dos días antes porque el jugador colombiano era muy indisciplinados, entonces para no salir, para no rumbear. Entonces jugábamos un sábado ante el equipo de mi tierra yo jugando en el Cali, me acuerdo muy bien cuando comenzó el nuevo año que me propuse debutar en la fecha cinco contra Junior, estaba entrenando, me llamó el DT y me preguntó ¿tú sabes ser buen hijo?, era Cheche Hernandez campeón con el Cali, yo le dije portándose bien, entonces me dijo bueno tú vas a ser un hijo para mí el sábado vas a jugar de titular, ese rato llamé a mi mamá, la alegría de todo el mundo, todos me arroparon. Salí figura de ese partido, juque 70 minutos, ganamos y desde ahí no paré, Selección Colombia, viajes y todo eso, hasta el sol de hoy no he tenido un descanso así de largo, solo en pandemia, esperemos que cuando me retire pueda tomar un descanso muy largo porque han sido 15 años sin parar y creo que van a ser muchos más”.
Su talento era tan sobresaliente que sólo pasaron seis meses desde aquel primer partido para que el Atlas de México llegue a comprarlo, pero al ser menor de edad tuvieron que esperar hasta que cumpliera los 18 años. Cuando ocurrió la experiencia fue gratificante pero nada fácil, “esa salida fue muy dura, muy difícil, mi ventaja fue que viajaba mucho a Colombia porque me llamaban mucho para la Selección a los microciclos de formación, pero cuando iba a Colombia no me quería regresar a México, entonces al año jugamos el Mundial me fue muy bien, fui una de las figuras y me compraron en Alemania”.
Como él mismo relata y los registros están, su carrera no dejaba de crecer, su experiencia en el Mundial Sub 20 el año 2011 lo llevó al fútbol europeo, el Bayern Leverkusen fue su nuevo destino, donde pudo acumular mucha más experiencia, “La parte profesional, táctica, allá te dicen tienes que jugar así, en esta posición en cambio el fútbol sudamericano se desordena mucho, allá siempre encuentras un equipo ordenado a pesar de que van perdiendo son ordenados tácticamente. Una vez estábamos perdiendo de local casi 3 a 0 en el primer tiempo y al finalizar el partido la gente nos aplaudió, yo le pregunté a Renato Augusto porque, y me dice aquí son así, aquí la gente te aplaude por el esfuerzo que hiciste a pesar de que perdiste. Entonces la parte cultural te ayuda a mejorar, que normalmente el sudamericano vive el fútbol de otra manera, son cosas que uno va aprendiendo”.
Sus amigos lo llaman el caminante del mundo, “he tenido varias oportunidades de jugar en varios lugares del mundo, que siempre el que ha decidido he sido yo, por decir así no me sacan, el que decide siempre salir soy yo porque me aburro, porque ya creo que cumplí con esos ciclos en esos lugares y he cambiado mucho, Brasil, Alemania, Arabia Saudí, Chipre, siempre pasa eso, uno cumple los objetivos, y me siento bien así. Espero, confío y quiero quedarme buen tiempo en La Paz” explica el futbolista que le ha tomado cariño a Bolivia.
Pero su llegada a The Strongest no fue la primera vez en Bolivia, “Había venido con el Deportivo Cali a un partido de Libertadores contra Always Ready, cuando salí de Bolivia después de ese partido dije en mi vida no vuelvo a La Paz ni loco y aquí ya llevo año y medio y me he sentido más que feliz y alegre, mi familia también está feliz. Yo principalmente por el equipo donde estoy, siento que la parte familiar, la unión que hay internamente lo hacen sentir muy bien a uno” recuerda con una sonrisa sorprendido por las vueltas que da la vida y el fútbol.
Su llegada al Tigre tiene un protagonista en especial, un futbolista que no conocía personalmente, pero al que agradecerá siempre su intervención, “una historia que pocos la conocen, a mí me llaman del Tigre, yo había renunciado al Cali, habíamos salido campeón estuve seis meses y no me entendía con el entrenador, recibo una llamada, hablo con Ronald Crespo y me dice que quiere que venga, hablamos dos semanas entre llamadas que vienen y van. Yo le pregunté ¿cómo das conmigo acá? ¿Cómo supiste que estaba libre? Y me dice que fue Jair Reinoso, en una reunión de los capitanes y Jair le dijo que era un jugador muy internacional, muy conocido en Colombia y si lo traes te va a dar mucho la mano en el tigre y te ayudar en todos los objetivos que tú tienes, entonces Jair Reinoso es la principal persona para que yo llegue al Tigre, es una historia muy bonita y siempre le he agradecido porque es una de las mejores decisiones que he tomado, como dije soy un caminante”.
Su experiencia en el club atigrado ha ido subiendo de dificultad por decir así, su aclimatación y adaptación a todo lo que implica el fútbol boliviano ha sido progresivo y este año no ha sido de los más fáciles, “El año pasado llegue tarde, había objetivos claros, había jugadores de mucha más experiencia y no se sentía tanta la responsabilidad. Este año ha sido estresante, difícil en la parte personal porque literalmente se organiza el equipo en base a uno y se organiza queriendo conseguir el título, pero tienes más la responsabilidad o por decir así la mochila de que ahora salieron jugadores de mucha experiencia y que llevan ese rol y te cargas eso. Ahora tienes a un Triverio, a un Billy, a un Adrián que también cargan esta mochila, ahora somos pocos, hay muchos jóvenes. Me he esforzado al máximo” explica.
Algo que nunca ha ocultado y al contrario siempre lo ha manifestado con respeto es su admiración por talento boliviano, “para mí es increíble, arranquemos que no hay escuelas de formación, no tienen canchas buenas y a veces uno no lo habla porque he visto que jugadores del otro bando lo hablan y la gente ataca, pero es la realidad, a pesar de todo eso tienen una gran técnica y pueden hacer ciertas cosas muy buenas con la pelota. Tácticamente perciben muy rápido entonces uno se pone a pensar si ellos tuvieran una formación desde los 5 años todo lo que puedan conseguir. Yo estoy feliz con Ramiro Vaca, mucha gente habló cuando declaré que ojalá protegieran a Ramiro y Chura porque son grandes jugadores porque uno tiene el ojo, uno tiene mucho tiempo en el fútbol y son jugadores diferentes, leen diferente el fútbol. Si lo protegen ellos van a dar muchas alegrías para Bolivia y así pueden hacer con muchos jugadores que no tienen el respaldo de un país o ciudad, pero es por el bien del país”.
Es así como desde su llegada a La Paz y como lo ha hecho siempre en todos los equipos que llegó tiene la meta clara de ser campeón, y siente estar cerca gracias al grupo que tiene, “Hay jugadores que tienen la mentalidad de ser campeón y eso se contagia, tienen la experiencia de siempre estar cerca y perderlo, es un equipo muy unido. Siempre he dicho que si tu vives y te levantas siendo campeón tú vas a lograrlo. En mi vida había cambiado tanto de entrenadores, pero te da aún más la certeza que este es un gran grupo, son cuatro entrenadores que hemos vivido y en todo el año siempre hemos sido primeros, el grupo ha hecho que se logre”.