Bolivia ha tenido desde 1926, 39 directores técnicos que han conducido a su selección. Casi la mitad de ellos han sido bolivianos, 18, entre los que se destacan Ramiro Blacutt, Wilfredo Camacho, Félix Deheza, Freddy Valda o Erwin Sánchez. Ulises Saucedo fue el entrenador de la primera selección mundialista que participó en la copa de 1930.
Como ocurre en muchas partes del mundo, el segundo núcleo de técnicos es de nacionalidad argentina: 6; el más relevante fue Jorge Carlos Habegger, el primero (1985) Carlos “Chamaco” Rodríguez (1985).
3 de ellos fueron de nacionalidad chilena, el primero Renato Panay (1961) y el más destacado Raúl Pino.
2 fueron argentinos nacionalizados, ambos exjugadores y ambos mundialistas de Bolivia: Carlos Trucco y Gustavo Domingo Quinteros.
Lo más curioso es que contamos con 2 dt de nacionalidad italiana, César Vicino que había dirigido a Litoral de La Paz (equipo entonces de la colonia italiana), que condujo a Bolivia en el mundial de 1950 en Brasil y César Vicino en 1953.
España nos dio 2 técnicos de la mayor trascendencia. El ya mítico Xabier Azkargorta que clasificó a Bolivia al mundial en 1993 y Antonio López que consiguió el subcampeonato de la Copa América en 1997.
Tuvimos un técnico uruguayo que, se podría decir, que fue más boliviano que uruguayo por su extensa carrera en Bolivia, Julio Borelli que en 1938 logró el subcampeonato de los juegos bolivarianos, cuando los disputaba la selección absoluta.
Un fiasco lo marcó el dt alemán Edward Virba que condujo a la selección en el repechaje de las eliminatorias de 1977 ante Hungría, anunciando que se habían acabado la goleadas contra Bolivia (en Budapest caímos por 6 a 0).
Dussan Draskrovic de nacionalidad montenegrina, fue efímero técnico de la selección en 1996. El único venezolano que dirigió a la Verde fue César Farías.
Antonio Carlos Zago es el segundo DT de nacionalidad boliviana* que conduce a Bolivia. El primero fue Danilo Alvim, exjugador de la selección de su país, que logró el máximo lauro de nuestra historia futbolística el título de la Copa América de 1963. Auspicioso antecedente para su sucesor, 60 años después.