#88
October 31, 2024
Autor: Carlo Vera – Jefe de diseño, Revista Cábala
El fútbol lleva consigo un poder mucho más grande que cualquier otro deporte y medio de entretenimiento del mundo: el juego de todos se ha convertido en una herramienta con capacidad
para cambiar a la sociedad.
Bolivia se encuentra en un momento colectivo de mucha incertidum- bre y polarización por diversos motivos de carácter político, econó- mico y social; sin embargo, durante esos 90 minutos mágicos en los que nuestros 11 representantes defienden la rojo, amarillo y verde… Parecemos recordar que somos un solo país.
Tras el partido contra Colombia vivimos escenas que se hicieron pa- ralelas a las vividas en aquel recordado 1993, hace ya 31 años: gran- des grupos reunidos en las calles para entonar nuestro himno, para gritar juntos ese gol de “Miguelito” Terceros y para compartir aquella angustiosa cuenta regresiva de aquellos últimos minutos. Luego del pitazo final: gente bailando en las calles, abrazos, sonrisas y un sen- timiento de júbilo y cercanía que parece ser cada vez más escaso.
Noviembre llega con una nueva fecha doble de Eliminatorias Suda- mericanas (nuestros rivales de turno son Ecuador y Paraguay) y con la ilusión renovada de ver a la Selección, no solo luchar por ese tan ansiado cupo a la Copa del Mundo 2026 sino, de recordarnos que podemos lograr unidad dentro de todo nuestro caos.
Y justamente, ese el poder que lleva consigo el fútbol: el de generar comunidad, el de crear un sentimiento de pertenencia, de poder de- tener el tiempo y hacer que olvidemos nuestros conflictos durante esos eternos y a la vez efímeros 90 minutos, donde el palpitar de 12 millones de corazones marca un ritmo común.
El camino aún es largo, por lo que es inevitable esperar otro tropiezo y no está de más ser cauto; pero me genera esperanza el ver como esta nueva generación de nuestra Verde está encaminada a cambiar el paradigma eterno de Bolivia, en el que las derrotas solían ser coti- dianas y las victorias eran circunstanciales o accidentales, en el que soñar era un tabú y teníamos que conformarnos con nuestra realidad.
Ahora cuando vuelva a rodar la pelota, esperemos que el sempiterno pesimismo que nos rodea, pueda disiparse y encuentre la manera de poner un poco de color sobre los días grises. ¡Que viva Bolivia!
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